Qué debería aportar una Agencia de Evaluación de Tecnología en Salud

Por Esteban Lifschitz (*)

El debate legislativo acerca de la creación de una agencia de evaluación de tecnologías sanitarias es, a todas luces, una muy buena noticia. Porque el uso de las tecnologías sanitarias representa uno de los componentes más ineficientes del gasto en salud y es mandatorio evaluar el aporte de cada una de ellas a los resultados en salud de la población, per se y en comparación con las opciones disponibles. En los últimos años asistimos a un crecimiento cada vez más marcado del gasto en salud acompañado, en muchos casos, de ganancias marginales en términos de resultados sanitarios. Aun cuando los medicamentos no son los únicos determinantes de sus resultados, resulta ilustrativo el caso de EE.UU., en el cual la esperanza de vida al nacer ha crecido 11,1% entre 1970-2015 y el gasto en medicamentos aumentó 7.000% en el mismo período.

Más allá de la conformación final de la Agencia de ETS, el mayor desafío resulta que la misma sea consecuencia de lo que pretendamos de ella. Es decir, que más allá de acordar acerca de la necesidad de contar con una entidad que defina cobertura de las tecnologías en salud una vez que han recibido el registro sanitario por parte de ANMAT, el eje del debate debiera centrarse en qué pretendemos lograr a partir del desarrollo de una entidad como esta.

Tal como los expresó la propia Organización Mundial de la Salud, “ningún país, por más rico que sea, está en capacidad de proveer a toda la población todas las tecnologías o intervenciones que podrían mejorar la salud o prolongar la vida”. La buena noticia es que todo para todos no es necesario, el desafío es entonces identificar cuáles son las tecnologías que vale la pena cubrir a fin de propender a un acceso equitativo.

En un sistema de salud segmentado y fragmentado como el argentino, es mandatorio contar con herramientas que tiendan puentes entre los subsistemas público, de obras sociales y privado a fin de lograr que el acceso a las prestaciones de salud esté condicionado por la necesidad y no por la modalidad de afiliación, la capacidad de pago y hasta el denominado efecto “código postal”, es decir el lugar del país donde resida la persona.

Luego de revisar experiencias en países de la región y Europa, pueden identificarse un grupo de características que debiera tener el proceso de toma de decisiones de cobertura de tecnologías sanitarias. Entre ellos, pueden mencionarse:

  1. Que el proceso sea vinculante para todos los financiadores.
  2. Que sea independiente de presiones políticas e intereses particulares.
  3. Que todo el proceso sea transparente. Esto incluye determinar los criterios de priorización de las tecnologías, los componentes del marco de valor, la posibilidad de contar con espacios formales de apelación.
  4. Que tenga un rol activo en la definición de precios y acreditación de prestadores.
  5. Que aproveche las redes de ETS.
  6. Que Involucre a todos los actores en el proceso, cada uno de ellos con roles definidos.
  7. Que evalúe todas las tecnologías, no solo las nuevas. Enmarcado en la denominada política de desinversión, es necesario identificar aquellas tecnologías que deben dejar de ser cubiertas en función de su obsolescencia.

Está claro que la Agencia de ETS no resolverá todos los problemas de nuestro sistema de salud, pero es una herramienta de priorización explícita que a esta altura resulta poco menos que indispensable. Argentina se encuentra ante uno de esos momentos bisagra, con potencialidad de convertirse en un antes y después de cara al uso racional de los recursos sanitarios. Es de esperar que no solo logremos avanzar en la creación de una Agencia de evaluación de tecnologías sanitarias, sino que esta sea consecuencia del “para qué”, de aquello que pretendemos mejorar a partir de la creación de una entidad como esta. Y sobre todo, que se constituya en un eslabón más de una política nacional de salud pública de cara a reducir inequidades en el acceso y optimizar los resultados del sistema de salud en su conjunto.

Director de la Carrera de Médico Especialista en Evaluación de Tecnologías Sanitarias, Facultad de Medicina (UBA)